El Brexit es la causa y la consecuencia. La causa del impacto que esta decisión va a tener para toda Europa, pero también la consecuencia del fracaso de los gobiernos del Viejo Continente.
“Llegada la hora de la verdad, el sentido común prevalecerá”, decíamos. Pero no ha sido así. Al final, los británicos han optado por el Brexit o por salir de la Unión Europea después de 43 años como uno de sus socios claves, y con el Remain ganando con fuerza sólo en Londres, Escocia e Irlanda del Norte.
Por supuesto, la noticia es demoledora para la economía británica, como quedó subrayado desde el primer momento del pasado 24 de junio, cuando ya se empezó hablar de que sus bonos podían perder la calificación AAA, que la libra había sufrido su peor caída en 31 años y que la bolsa había perdido casi un 9 %.
Lo peor está por venir. Los británicos no pueden confiar en una salida “suave” de la Unión Europea, que les garantice acceso al mercado del Viejo Continente y buenas condiciones para sus ciudadanos residentes en otros países (sólo en España viven más de 300.000). Pero, en su contra juega que Europa puede percibir que debe demostrar que un Exit tiene consecuencias. De no ser así, se formaría rápidamente la fila de países que quieren votar por su propio “Frexit” (Francia) o “Nexit” (Holanda)…
Y si la salida de la UE no es suave, la economía real británica podría entrar en recesión: según algunos expertos, el Brexit podría contraer el sector financiero británico entre un 6 % y un 9 % de aquí al 2020; JP Morgan y HSBC ya han avisado de que podrían trasladar sus operaciones de Londres al continente; el sector agrario recibe un 55 % de sus rentas de la PAC europea… Además, ¿cómo afectará Brexit a los costes laborales si se corta el flujo de inmigrantes europeos?, ¿y a los vuelos al continente?, ¿y a las exportaciones? Y tantas preguntas más.
El Brexit introduce un nuevo elemento de incertidumbre a un mundo ya de por sí muy asustadizo. Las bolsas en todo el mundo desarrollado cayeron tras la noticia, y los tipos de interés en los países europeos periféricos han subido, golpeados por el impacto de lo que Lawrence Summers ha llamado “la peor herida auto-infligida de un país G7” desde que se formó hace 40 años.
Pero las repercusiones del referéndum van mucho más allá. La crisis financiera y la difícil recuperación posterior, que han perjudicado a las clases medias y populares, han provocado reacciones populistas en contra de la globalización que se han hecho cada vez más fuertes, y en casi todos los países desarrollados se está reaccionando en contra de los partidos tradicionales.
Típicamente (como ha ocurrido con el Brexit), esta reacción incorpora el rechazo a la inmigración y al libre comercio internacional. Los populistas nacionalistas han subido en Austria, Alemania, Francia y otros países; y más allá del Atlántico está Donald Trump, la pesadilla de la clase pensante americana. El sí al Brexit podría ser la primera de una serie de derrotas al orden planetario que ha reinado desde la Segunda Guerra Mundial.
Gayle Allard. Profesora. IE Business School
http://www.ie.edu