Cultura
¿Para qué?
Moscú, 18 de enero de 2015
Caminan. Son colegas. También son amigos. Está probada la coexistencia de dos personas en un mismo y único sujeto. Incluso hay quien va más allá y habla de una posible trinidad. Miran, comentan, planifican, mientras se textean. Se dirigen a un meeting y por eso van en esa rumba trabajo. Quiere decirse que caminan rápido, decididos, como si no miraran, como si sólo les interesara ese papel que ahora representan. ¡Qué bien se mueve uno, cuando tiene un papel, un objetivo! Son actores principales con película. El papel de colegas no les impide reírse de vez en cuando a carcajadas, porque para eso son amigos y colegas, para reírse dos veces más, una por cada papel. ¿Pero cómo quieres hacerlo? À trois, claramente. Pero si ya sé que un trío se hace con tres. El problema es que no lo podemos hacer. Y siguen andando, y mandándose mensajes, y se ríen del à trois, no por nada, sino porque uno es muy gay y el otro muy hetero, y las cuentas no salen por mucho que le den vueltas. La Trinidad fuera de su contexto es fruta prohibida. La única posibilidad de un trío contigo es que te guste alguna tía, – le dice Andrés, – porque de tres tíos, ni hablar. Y ni hablar de que a mí me guste una tía, – le dice Federico. Y joder con la trinidad, – dicen, – no es nada fácil. Y siguen texteándose y divirtiéndose pensando que si el trío es imposible para ellos, quizás puedan por lo menos encontrar un prostíbulo especial para divertirse juntos, donde los pongan a cada uno con lo suyo, a Federico con hombres, y a Andrés con mujeres. De ese modo cada uno hará sus cositas, pero compartiendo esos momentos, lo más cerca posible el uno del otro… Todo es divertido.
Otros colegas, otros amigos, en otras ciudades, se mueven de otra manera. Miran, comentan, planifican, mientras también se textean. No se dirigen a ningún meeting. Se siente otra rumba, otro beat. Quiere decirse que están en rumba ¿Qué hacemos? Deambulan como si no les interesara ese papel que ahora representan. Son actores secundarios sin película. Claro, – dice uno. No tan claro, – dice otro. Estoy hasta los huevos, – dice el que tiene más pinta de plantear problemas. Con esa actitud… ¿Chicos, nos tomamos unas birras? – añade la amiga de ambos. Todo cuenta diferente. Parece menos divertido.
En una calle adyacente al centro artístico Vinzavod en Moscú se hallaba este grafiti “¿Para qué?” Tiendo a olvidar las preguntas fundamentales, pero cuando de alguna manera me topo con ellas, me parece que tampoco hace falta que todo sea divertido: ¿Para qué? ¿Por qué? ¿Y si todo fuera un sin para qué?… ¿De todos modos, por qué no seguir creyendo que omnia vincit amor? [1]
José Félix Valdivieso. Director de Comunicación. IE Business School
[1] Omnia vincit amor: El amor lo vence todo. El amor victorioso (1602) es una obra de Caravaggio en la que Cupido aparece desnudo, excepto por un arco y unas flechas, mientras pisotea los símbolos de las artes, las ciencias y el gobierno.