Cultura

Monet/ Boudin (Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, Madrid)

2018-08-09 203 Vistas
Hasta el 30 de septiembre de 2018

 

El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza ofrece con “Monet/ Boudin” la primera ocasión de descubrir a través de una exposición monográfica la relación entre el gran pintor impresionista Claude Monet (París, 1840 – Giverny, 1926) y su maestro Eugène Boudin (Honfleur, 1824 – Deauville, 1898), representante destacado de la pintura al aire libre francesa de mediados del siglo XIX.

Esta exposición cuenta con el mecenazgo de Japan Tobacco International (JTI), empresa reconocida como uno de los grandes mecenas del arte en Europa y que impulsa su compromiso con la difusión del arte en España colaborando, desde hace varios años, con este Museo.

A lo largo de un recorrido cronológico y temático que se articula en ocho capítulos, “Monet/ Boudin”enfatiza los intereses artísticos que compartían ambos artistas, como la atracción por la iconografía de la vida moderna –plasmada en escenas de veraneantes en la playa de Trouville–, por los efectos cambiantes de la luz –que protagonizaron la mayor parte de sus óleos y pasteles– y, finalmente, por la naturaleza semisalvaje de los acantilados de las costas de Bretaña y Normandía.

  1. Paisaje pintoresco

El primer encuentro entre los dos artistas se produjo en la primavera de 1856, cuando coincidieron en la papelería Gravier, en El Havre. Boudin, que era 16 años mayor, felicitó a Monet por su trabajo como caricaturista, por el que ya comenzaba a destacar, y le animó a seguir estudiando y pintando, invitándole a hacerlo junto a él. Boudin iniciaba entonces su primera obra madura, tras un aprendizaje autodidacta basado en la copia de maestros holandeses del siglo XVII, y realizaba estudios al aire libre, en la tradición del paisajismo de la Escuela de Barbizon.

  1. Marinas

Considerado un género menor, a partir del segundo cuarto del siglo XIX las marinas fueron ganando importancia y empezaron a ser cada vez más demandadas por los coleccionistas. Boudin era hijo de marinero y había gozado de una infancia vinculada al mar. Sus primeros dibujos de barcas datan de la década de 1840, pero fue a partir de 1854 cuando se dedicó a las escenas de pescadores con mayor asiduidad.

Monet, además de seguir el ejemplo de Jongkind, se interesó por las marinas de Courbet y de Manet, y empezó a completar composiciones de gran tamaño al aire libre. Tal es el caso de La playa de Sainte-Adresse (1867), una de las obras más importantes del primer tramo de su carrera, en la que emplea unos tonos fríos y brillantes que anticipan el impresionismo y le alejan de las tonalidades grises de los cuadros de Boudin.

  1. Escenas de playa

Trouville era un pequeño pueblo de pescadores con una extensa playa que pronto se convirtió en destino turístico de burgueses y aristócratas. Boudin lo descubrió a comienzos de la década de 1860 y volvió todos los veranos para pintar el puerto, los muelles, el río Touques y escenas de playa. Con estas últimas, pretendía llamar la atención de una clientela más amplia, entre la que se encontrasen los propios veraneantes de Trouville.

  1. Pasteles: estudios de cielo

Hacia finales de la década de 1850, Boudin comenzó a realizar estudios de cielo al pastel en los que aprovechaba la ductilidad del material para captar rápidamente la apariencia del celaje en distintas estaciones, condiciones atmosféricas y horas del día. De la nueva generación de pintores, Monet fue el que extrajo una lección más directa de estos estudios, llegando a realizar más de un centenar de pasteles a lo largo de su carrera.

  1. Variaciones

En la década de 1890, Monet dio un giro fundamental a su obra con la realización de series sobre un único motivo, un encuadre similar y captado bajo diferentes condiciones ambientales y lumínicas.

Por su parte, Boudin realizó unas doscientas variaciones de los muelles de Trouville con pequeñas diferencias en las condiciones atmosféricas. Su trabajo era intuitivo y no sistemático, como en Monet, y se relacionaba más con la demanda de los coleccionistas.

  1. Litoral agreste

A finales de la década de 1870, la amistad entre Monet y Boudin comenzó a enfriarse. Pudo contribuir a ello la relación de Monet con Alice Hoschedé antes de la muerte de Camille, por la que Boudin sentía un gran aprecio, o la crisis económica de 1875, que afectó profundamente al mercado artístico. Sin embargo, el maestro conservó la admiración por su antiguo discípulo y numerosas obras de la década de 1880 y 1890 muestran una convergencia de intereses, como ocurre con las vistas de los acantilados de Normandía y las costas de Bretaña.

  1. Luz, reflejos y efectos atmosféricos

De estos años son marinas de Boudin en las que el elemento predominante es la luz del atardecer, como Marea baja (1884).

Por lo que respecta a Monet, si en los años 1880 alternó su atracción por la fuerza del mar con el estudio de la luz y los efectos ambientales, en la década siguiente fueron estos últimos lo que más le interesó, junto a la exploración de la pintura en series.

  1. Viajes al sur

Para dos pintores como Monet y Boudin, formados bajo los grises y cambiantes cielos de Normandía, el encuentro con la luz del Mediterráneo tenía que ser una revelación. Monet así lo experimentó cuando, a comienzos de 1884, después de un corto viaje por la Costa Azul y la Riviera italiana junto a Renoir, se trasladó a Bordighera a pintar durante varios meses. En 1888 regresó a Antibes, donde se volvió a enfrentar a la luz rosada del Mediterráneo.

Por motivos de salud, Boudin viajó al Midi por vez primera en 1885, lo que pudo influirle en el empleo de una paleta más colorida a partir de entonces. Fue en todo caso en su visita a Beaulieu, en 1892, cuando hizo suya la luminosidad mediterránea, a la par que completaba sus lienzos al aire libre, gracias al buen tiempo. Como Monet, en 1893 llevó a cabo vistas de Antibes, y en 1895 pintó más de setenta lienzos en Venecia, considerados por el propio pintor su “canto del cisne”.