Turismo, Cultura

“Alexéi y Andreas Jawlensky: la aventura del color” y “Carteles de la Revolución”

2017-11-15 140 Vistas

Museo Ruso / Málaga

Hasta febrero de 2018

La Colección del Museo Ruso recupera la figura de Alexéi Jawlensky, amigo y compañero de Kandinsky.

  • La nueva exposición temporal muestra la obra de uno de los miembros más destacados de los grupos artísticos alemanes “Der Blaue Reiter” (El jinete azul) y “Die Blaue Vier” (Los cuatro azules).
  • El espacio expositivo de Tabacalera también acoge “Carteles de la Revolución”, un recorrido por la historia rusa a través de este medio de expresión.

Los espacios expositivos temporales de la Colección del Museo Ruso de San Petersburgo/ Málaga se renuevan al completo con dos muestras. La primera de ellas recupera a una de las figuras más destacadas de la pintura expresionista rusa, Alexéi Jawlensky (Torzhok, Rusia, 1867 – Wiesbaden, Alemania, 1941). El pintor, contemporáneo y amigo de Kandinsky, desarrolló la mayor parte de su carrera en Alemania, país al que emigró en 1896 y vivió allí hasta que murió en 1941.

En Múnich estudia Bellas Artes y coincide con Vasili Kandinsky y la también artista Marianne von Werefkin. Jawlensky y Kandinsky participan juntos en diferentes proyectos artísticos y exposiciones del grupo “Der Blaue Reiter” (El jinete azul) a partir de 1911. Junto a Paul Klee y Lyonel Feininger fundan el colectivo “Die Blaue Vier” (Los cuatro azules) en 1924. Este grupo lleva a cabo muestras colectivas tanto en Alemania como Estados Unidos. Los cuatro artistas comparten un interés común por el arte medieval y el primitivo, además de un uso muy personal de las variedades cromáticas.

La exposición recupera la obra de este pintor; en ella se puede hacer un recorrido sobre las diferentes etapas artísticas, estableciendo una relación entre el autor y el momento histórico, como es el cambio del uso de los colores después de la I Guerra Mundial, o bien un reflejo de su estado de salud, que se fue deteriorando poco a poco como consecuencia de la artrosis que padeció en sus últimos años de vida.

La enfermedad, en este caso una fuerte gripe, está detrás de una de las series más emblemáticas del pintor: las llamadas “Konstruktive Köpfe” o “Cabezas”. Estas obras reciben el nombre por su estructura geométrica, con colores atrevidos, que definen un rostro con los ojos cerrados. Estos trabajos marcan una etapa íntima del artista, que lo distingue de otros pintores de su época por su fuerte personalidad, marcada por un uso peculiar de la paleta cromática.

En la muestra también se exhiben una serie de trabajos de su hijo, Andreas Jawlensky (Preli, Letonia, 1902 – Barga, Italia, 1984) que, después de casi un siglo, de nuevo se citan en la sala de un museo. Padre e hijo expusieron juntos por primera vez en 1914. Exposiciones que marcaban dos estilos, más expresionista por parte del progenitor y una vertiente cercana al post-impresionismo por parte de Andreas.

La muestra se completa con casi una veintena de trabajos de artistas rusos que influyeron de alguna forma en la obra de Jawlensky, como su maestro Iliá Repin, su amigo Valentín Serov o Dimitri Kardovsky.

“Carteles de la Revolución”

Esta muestra, compuesta por carteles y fotografías de la época, es un recorrido por uno de los episodios más conocidos de la historia de este país, como fue la época de la Revolución, de la que en octubre de este año se cumple un siglo.

Además de un medio de expresión, los carteles fueron un instrumento de propaganda que marcaba las diferentes corrientes, usando una simbología fácilmente identificable. La consigna era emplear un lenguaje breve y combativo, tomando como punto de partida las imágenes y estética populares, además de influencias modernistas y de las vanguardias rusas.

Las corrientes ideológicas encontraron en los carteles el vehículo idóneo para llegar a cualquier segmento de la población. A su vez, muestran dos vertientes diferenciadas:

por un lado, aquellos que son un reflejo de un futuro esperanzador y, por otro, los que incitan a la revolución proletaria.

Los diferentes artistas enseñaban en sus trabajos temas como la guerra, la lucha contra la burguesía internacional, la propaganda antirreligiosa, la falta de recursos económicos o el analfabetismo del pueblo.

Ciudades como Petrogrado, que en la época soviética pasará a llamarse Leningrado para volver a ser, en la actualidad, San Petersburgo, fueron la sede de parte de estos movimientos gracias en parte a la puesta en funcionamiento en los años 20 de la Agencia Telegráfica Rusa (ROSTA). Nombres como Vladimir Kozlinski y Vladimir Lébedev destacaron en esta época.

“Carteles de la Revolución” invita a conocer la influencia de este medio de comunicación, fundamental en la Rusia soviética y que está ligado íntimamente a la cultura y el desarrollo de la historia de este país.