Turismo

Castillo Gala Dalí de Púbol

2017-01-18 191 Vistas

El Castillo Gala Dalí de Púbol, abierto al público desde 1996, permite descubrir un edificio medieval en el que Salvador Dalí materializó un desbordante esfuerzo creativo pensando en una única persona, Gala, y en una sola función: crear un lugar apropiado para ofrecer descanso y refugio a su esposa. El paso del tiempo determinó la transformación de este espacio, entre los años 1982 y 1984, en el último taller de Salvador Dalí y en un mausoleo para su musa.

La estructura básica del edificio actual, documentado desde el siglo XI, consta de tres plantas articuladas en torno a un patio alto y estrecho y se sitúa en el periodo de máximo esplendor de la baronía de Púbol: la segunda mitad del siglo XIV y principios del XV.

Dalí menciona el Castillo en su obra escrita. Resulta interesante comprobar cómo, en su libro Confesiones inconfesables (1973), lo presenta como una continuación de Portlligat -a través de la Sala Redonda u Oval, el lugar reservado a Gala-, concebido como un espacio destinado a su dama y a un ideal amoroso. Asimismo, resulta muy ilustrativo el texto manuscrito de Dalí «Le château de Gala, la Gala du château», en el libro de Jean-Charles Pichon L’homme et les dieux.

“Todo celebra el culto de Gala, hasta la habitación redonda, de eco perfecto, que corona el conjunto de la edificación y que es como una cúpula de esta catedral Galáctica; y cuando me paseo por esta casa, me miro y veo mi concentricidad. Me gusta su rigor moruno. Me faltaba ofrecer a Gala un estuche más solemnemente digno de nuestro amor. Por ello le regalé una mansión edificada sobre los restos de un castillo del siglo XII, en La Bisbal, el antiguo castillo de Púbol, donde ella reina como soberana absoluta, hasta el punto de que yo no la visito si no es con una invitación escrita de su mano. Me he contentado con decorar sus techos para que, al levantar los ojos, me encuentre siempre en su cielo.”

– Te regalo un castillo gótico, Gala. – Acepto con una condición, que solo vengas a visitarme al Castillo con invitación. – Acepto, ya que lo acepto en principio todo a condición de que haya condiciones. Es el principio mismo del amor cortés