Gastronomía

Piripi, en el ADN de Alicante

Antonio Marqueríe Tamayo. Crítico gastronómico 2024-10-30 352 Vistas

Canción recomendada para la lectura del artículo: "Mediterráneo" (Joan Manuel Serrat, 1971)

Ríos de tinta se han escrito sobre el restaurante Piripi y su hermano mayor Nou Manolín, porque ambos nombres componen el ADN gastronómico de la ciudad de Alicante y, por qué no decirlo, el ADN gastronómico español.

En 1972, los fundadores Vicente Castelló y su esposa Vicentina tuvieron la visión de crear el concepto gastronómico conocido como la "barra alicantina". Desde entonces, han acumulado numerosos premios y menciones que avalan su éxito. Esa misma visión fue retomada en 1994 por sus hijos Silvia y José Juan, quienes inauguraron Piripi en una zona en desarrollo de la ciudad, con un interiorismo más moderno, pero manteniendo los mismos principios en la cocina que sus padres establecieron. Con la creación del Grupo Gastronou, han ampliado su propuesta, incorporando nuevos negocios como el restaurante Pópuli Bistró, ubicado en la zona de la Albufereta y famoso por tener la mejor terraza mediterránea de Alicante, y la enoteca y tienda de vinos Vadevins.

La forma de comer en una barra alicantina es una experiencia única y muy especial. Ya sea que decidas sentarte en una mesa o prefieras la barra, esta última no admite reservas. Aquí, se espera el tiempo necesario (aunque nunca suele ser mucho) hasta que se libera un hueco. Mientras tanto, te ofrecen una cerveza, un vino y un delicioso fuet (embutido) para amenizar la espera. Una vez sentado en la barra, la interacción cobra protagonismo. Los comensales observan los productos expuestos, piden directamente de la carta, solicitan recomendaciones del personal, o se inspiran en lo que los vecinos disfrutan, ordenando lo mismo. Esta dinámica de interacción hace que la barra alicantina sea tan especial y copiada a nivel mundial. De hecho, Joël Robuchon, el renombrado chef tristemente fallecido, declaró que la barra del Nou Manolín fue su inspiración para crear sus famosos L'Atelier alrededor del mundo, incluidos los recientes en Madrid.

La barra alicantina ha sabido conservar su esencia mientras influye en la gastronomía global, ofreciendo una experiencia inigualable de cercanía y autenticidad.

Para los alicantinos, es una gran satisfacción ver cómo, tras 52 años desde la primera apertura, Carlos Castelló, miembro de la tercera generación de la familia, se une al legado familiar. Con una formación sólida en la prestigiosa Escuela de Hostelería Hofmann de Barcelona y un Máster en Sumillería por el Basque Culinary Center de San Sebastián, Carlos garantiza que el futuro de los restaurantes del Grupo Gastro Nou está en buenas manos. Su incorporación no sólo asegura la continuidad, sino que trae consigo nuevas ideas que se suman a la base tradicional que ha hecho famoso al grupo. Su enfoque se complementa perfectamente con el equipo de cocina, que mantiene vivas las recetas clásicas que han dado fama al restaurante, mientras que de vez en cuando se atreven con nuevas creaciones.

El equipo de sala, por su parte, demuestra un dominio excepcional del arte de la hospitalidad. Más que un equipo, Grupo Gastronou es una auténtica escuela de servicio, algo que se ha consolidado con el paso de los años y que he tenido el placer de experimentar en mis más de 40 visitas a sus restaurantes. Sin estos emblemáticos establecimientos, la ciudad de Alicante no estaría completa.

El interior del restaurante combina un estilo moderno, elegante y acogedor, ideal para cualquier ocasión. La barra, situada en la planta baja, invita a la interacción directa entre los comensales y el equipo de cocina, ofreciendo una experiencia gastronómica dinámica. En la planta primera, se encuentra un comedor luminoso, perfecto para disfrutar de una comida tranquila y de alta calidad, prometiendo a los clientes una experiencia inolvidable. La atención al detalle y la comodidad de los espacios hacen de este restaurante un referente en Alicante para quienes buscan una fusión entre tradición y modernidad.

El secreto del Piripi radica en la excelencia de la materia prima que utilizan y el cuidado con el que la tratan y cocinan. Un ejemplo emblemático es su gamba roja, considerada de los mejores ejemplares de la provincia de Alicante. Además, los arroces que preparan destacan entre los mejores de la zona, con platos únicos como Arrós en pelletes de bacallar (arroz con pieles de bacalao, patatas y garbanzos), un plato singular que sólo se puede probar en este restaurante. Este arroz es una experiencia gastronómica única y un recuerdo imborrable para quienes lo han probado. Cada vez que lo recomiendo a amigos, especialmente madrileños, quedan fascinados por su sabor y autenticidad.

La carta de El Piripi es un homenaje a los productos locales y está organizada de manera poco tradicional. Comienza con la sección "Llena tu mesa de tapas…", que incluye entrantes fríos y calientes, algunos con la opción de pedir medias raciones. También ofrece una selección de "Fritos". En la sección "Platos caseros" se encuentran guisos de cuchara que cambian diariamente. “Arroces y fideuá" incluyen tres variedades de fideuá, arroces melosos elaborados con arroz Carnaroli de la Albufera y arroces secos con variedad Bombita.

El menú de Piripi también incluye una selección de Pescados y Carnes, además de los populares Montaditos, perfectos para quienes buscan una opción más ligera o desean algo adicional después del segundo plato. Para culminar, la carta presenta un apartado de Postres que añade el toque final ideal para completar la experiencia gastronómica.

La selección de vinos, por su parte, incluye referencias locales y de otras denominaciones, tanto nacionales como internacionales.

Experiencia gastronómica en Piripi

Nuestra experiencia, en mesa, comenzó la elección de un vino blanco para dar lugar a diversas tapas con la que llenar nuestra mesa:

La marinera, típica de Murcia, se presenta aquí con una ligera variación: en lugar de la tradicional rosquilla de pan, la base se sustituye por una crujiente galleta salada, que facilita su consumo evitando que se rompa y la ensaladilla se caiga. Este entrante, que combina ensaladilla rusa y anchoa, se disfruta comiéndolo con la mano, lo que lo convierte en una opción informal y deliciosa.

Otro plato destacado, aunque no figura en la carta, es Ceviche de corvina con puré de boniato y granizado de piña, una versión modernizada de esta receta peruana que ocasionalmente se ofrece como especialidad fuera de carta.

Calamar a la romana, crujiente y jugoso, me transporta a mi juventud, cuando disfrutaba de los famosos bocadillos de calamares en Madrid. Aquí, lo prefiero servido entre pan, como en aquellos días.

Por último, Pajaritos de la huerta, una especie de pequeños puerros o calçots, son fundamentales en cada visita. Cubiertos con una crujiente tempura y comidos con la mano, son una delicia única que solo he encontrado en Piripi.

Una de las nuevas incorporaciones que merece ser resaltada son Colmenillas con foie y huevo a baja temperatura. Este plato, un clásico de la alta cocina francesa, es preparado siguiendo los cánones tradicionales, con un toque de vino de Oporto blanco, lo que le añade profundidad y elegancia. Para quienes buscan algo exquisito y lleno de sabor, este plato es una verdadera joya que no deja indiferente.

Como plato principal, se destacó Arroz con salmonetes de la lonja de Santa Pola y gambas, un verdadero homenaje a la tradición alicantina. Dicen que el punto perfecto del arroz sería como ese que, si cayera al suelo, podría volver a germinar, y así es como estaba cocinado este, con los salmonetes reposados encima.

Para terminar, un helado de queso con Oporto y melocotón que cerró la comida con un toque dulce y refrescante, dejándonos con un agradable sabor a “querer volver otra vez”.

Visitar Piripi es adentrarse en una experiencia que va más allá de la gastronomía; es conectar con las raíces alicantinas y el Mediterráneo y disfrutar de la pasión que la familia Castelló ha puesto en cada plato. Sin duda, un viaje que invita a repetir, donde la tradición y la innovación se dan la mano en cada bocado.

Por eso, este artículo no es para quien conoce Piripi, sino para quien todavía no ha tenido la oportunidad de hacerlo. Para los que lo conocemos, visitarlo es una fiesta. Es que ese día se convierte en uno diferente y especial a todos los demás. En definitiva, uno de los mayores placeres, entre otros, que tiene la ciudad de Alicante. Gracias a los Castelló por su dedicación.


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