Gastronomía
La hospitalidad y la gastronomía, las claves del éxito de La Perla de Jávea
Hay una sensación que es ineludible cuando visitas un restaurante, y esa no es otra que sentir la hospitalidad que ese establecimiento ofrece a su clientela. Estoy seguro de que a ustedes también les pasa, y esa impresión no es otra, sino la de sentirte como en tu propia casa, una percepción que, unida a la satisfacción que genera una buena gastronomía, aumenta muchos kilates el valor que otorgas a ese restaurante. Estas sensaciones siempre las vivo y las encuentro en La Perla de Jávea donde recibes ese cariñoso recibimiento que sientes nada más cruzas el umbral de su puerta.
Sobre la Playa del Arenal y con una vista privilegiada del Mediterráneo, La Perla, por derecho propio y compromiso personal, se está convirtiendo en uno de los restaurantes más prestigiosos de La Marina gracias a un trabajo denodado realizado a diario.
La historia se remonta a 1984 cuando Antonio Box y Dolores Candela abren el restaurante que con rapidez se posiciona con una oferta de la gastronomía propia de aquellos años: la cocina y los arroces marineros fundamentaban sus primeras cartas y les hicieron ser referencia en la incipiente hostelería que vivía la localidad en aquellos años. Otro momento estelar en su historia llega en 1992 cuando sus hijos se incorporan para ayudar a sus padres e ir conociendo los entresijos de restaurante y así garantizar la futura continuidad. Gracias a esa experiencia adquirida, actualmente, La Perla de Jávea está dirigida por Sonia Box y María Victoria Box como gerente que siguen los pasos de sus padres y apuestan por la cocina mediterránea y del producto. Suelo venir un par de veces al año, pues tengo garantizado que el punto hedonista que logro es muy sincero y fiable.
La cocina de La Perla de Jávea se dirige con acierto y experiencia por el chef César Carlos Gámez, lo cual queda reflejado en los platos y en la gastronomía que ofrecen a diario. Sonia comparte las labores propias del sentido dulce de la gastronomía: los postres, alternándolo con el servicio en sala y postulándose como una impecable directora, elegante con un divino toque de distinción.
Mi última visita fue hace un par de semanas y hay que agradecer que la climatología tiene a Jávea en un pedestal, pues llegué con esa luz única que transmite el Mediterráneo al mediodía, una sensación que, sin duda, se agradece y del que disfrutas una vez te adentras en la sala y llegas a tu mesa. Si hay algo que valoro es la luz natural a la hora de comer y aquí la encuentro.
La Perla es ideal para todos los gustos, pues las propuestas que encontramos en la carta, unido a las recomendaciones que “cantan” a diario, hacen imposible que no podamos componer un menú a nuestro gusto y que éste nos haga disfrutar. Cocina de mercado y mediterránea son su base, pero no contentos con ella, hace unos años, incorporaron de manera acertada unas parrillas, conscientes de que las brasas iban a marcar el diapasón gastronómico contemporáneo. Y así ha sido, pues pescados salvajes y carnes premium son tratadas con gran acierto y precisión por las ascuas que alimentan los fuegos.
Experiencia gastronómica en La Perla
Con la llegada de las croquetas de gamba roja de Jávea comienzan los primeros bocados, los cuales son sensuales y gustosos. Una refinada bechamel plagada de toques ibéricos nos trasmite grandes dosis de exquisita cremosidad que se engrandece gracias a un delicado rebozado donde no encontramos ni un ápice de aceitosidad. Para intensificar más la sensación, una fina y traslúcida lasca de panceta ibérica la corona y la decora. Como mandan los cánones las cojo con los dedos para que las sensaciones sean más originales.
Las ensaladas en este restaurante son alegres, divertidas y sobre todo suculentas, porque los propios ingredientes poseen una personalidad propia que se manifiesta en cada bocado. Tomate raff elaborado a la llama acompañado de un singular mézclum: rúcula, hoja fresca de acelga, taperas y unas aceitunas negras “kalamatas” que le aportan una ligera acidez. Para rematarla, unas mollas de “capellanet” con un ligero toque salino que enriquece la ensalada.
Visitar un restaurante en La Marina y no encontrar salazones es imposible. En La Perla los preparan ofreciendo un media punto de salazón: mero, ijada de atún, sangatxo (las partes más oscuras del atún) y lomo de bonito son los pescados y las partes que salazonan, pero con un punto medio que los hace mucho más exquisitos.
Continuamos con un Gambusí: unas gambas que se suelen dar en esta parte de la costa y que se suelen servir en fritura, recordándonos a las gambas de cristal. La fritura alcanza la perfección, porque el punto crujiente y dulce que encontramos en la textura delata que se han respetado las normas de la fritura: calidad en el aceite, temperatura del aceite y cada 3 frituras cambiarlo, garantizando un sabor limpio y ligero en cada bocado.
La proximidad de las lonjas de la propia Jávea, Denia o La Vila garantiza la frescura de los productos salinos, y de ellos nos percatamos con la llegada del calamar a la plancha, que rezuma frescor: es posible que el día anterior estuviera nadando a escasas millas. El punto de la plancha es el ideal, y una estilosa línea de aceite para aportar un leve suspiro de jugosidad.
Como finalización de las entradas, demostrando que conjugan con acierto materias primas y elaboración, nos llegan los “Canyuts”, una variedad de navajas que se suele dar en el Delta del Ebro. Es más pequeña, pero posee un sabor propio muy singular, pues encontramos puntos yodados y minerales, gran finura para finalizar los primeros platos.
Como he dicho, los arroces es una de las especialidades que siempre hemos encontrado en La Perla de Jávea, una impresión que se sigue manteniendo. Arroz de alcachofas, rape y sepionets es el elegido, y el acierto no puede ser más aplaudido, porque el resultado es soberbio. La riqueza que nos ofrece un arroz suelto y que encontramos ligero, acompañado del toque vegetal de las alcachofas y los yodados del rape y de los sepionets nos reafirma en la delicadeza que encontramos en cada cucharada. Aquí se utiliza la variedad “Bomba”, una cuestión de confianza que, sin duda, viene avalada por el gran resultado que siempre se consigue.
Para confirmar el gran acierto de haber incorporado las parrillas a la oferta, finalizamos con un irreprochable rodaballo a la parrilla.
Nos llega a la mesa en una fuente, y sobre sus lomos, el pilpil de su propio colágeno, lo que le trasmite una sutileza que intensifica las notas propias de sus carnes, ya de por sí muy gelatinosas, lo que las hace enormemente seductoras.
Muy pocos restaurantes mantienen un nivel en los postres, pues creen que es una cuestión baladí y apenas prestan atención a este apartado. Sin pensar que la finalización con un buen dulce no hace sino reafirmarme de estas sensaciones tiene que estar a la misma altura (como menos) que toda la comida.
Como he dicho al principio, Sonia alterna las funciones en sala e influyendo en los postres y dulces, una afición que desarrolla desde que tenía 10 años y que le encantaba. Por ello entendemos de lo cuidada que están los postres en esta casa.
Refrescante como el Cremoso de naranja, dulce como el Coulant de chocolate con helado de vainilla y suave como la Tarta de queso. Como pueden observar, hay postres para todos los gustos.
Las sensaciones que siempre encontramos en La Perla de Jávea son admirables, pues mantienen siempre un tono vigoroso y expectante, buscando siempre la capacidad de sorprenderte, tanto a nivel técnico como en el producto. Una cuestión que siempre hay que valorar y aplaudir.
Avda. de la Libertad, 2, Local 2, Playa del Arenal, 03730 Jávea
+34 966 470 772